16 May 1811
Oh, Albuera! glorious field of grief!
As o'er thy plain the Pilgrim prick'd his steed,
Who could foresee thee, in a space so brief,
A scene where mingling foes should boast and bleed!
Peace to the perish'd! may the warrior's meed
And tears of triumph their rewards prolong!
Till others fall where other chieftains lead
Thy name shall circle round the gaping throng,
And shine in worthless lays, the theme of transient song!
George Gordon, Lord Byron: Childe Harold's Pilgrimage,
El campo de batalla de La Albuera, en la actualidad.
El 16 de mayo de 2001, en el 190º aniversario de la batalla, S. Excª el Duque de Wellington descubrió en La Albuera un monumento conmemorativo a los tres regimientos que precedieron al Real Regimiento Príncipe de Gales (PWRR). El monumento fue erigido en el centro del parque de La Albuera, participando en la ceremonia Lord Patrick Beresford.
El memorial en homenaje al Teniente Coronel Sir William Myers, que comandó la Brigada de Fusileros, se encuentra en la iglesia de St. Mary (Cheltenham).
Poca gloria dio la batalla de La Albuera a los respectivos generales. Se la recuerda sobre todo por la obstinación y el coraje de los soldados de ambos bandos. No se trataba de saber quiénes eran los más bravos, sino de saber quiénes lo serían por más tiempo. Desde este punto de vista, ganaron los británicos. El mayor elogio se lo hizo Soult, el general enemigo: “Giré a la derecha y penetré en su centro. Estaban totalmente derrotados. La victoria era mía. Sin embargo, hicieron como si tal cosa y no dieron un paso atrás”.
Las tropas de todos los países que participaron en la batalla se cubrieron de gloria. Es de justicia que La Albuera figure en el parisino Arco del Triunfo. En una batalla no combaten solo los de un lado. Esta fue tal vez la más dura de toda la Guerra Peninsular.
Seis batallones españoles, bajo el mando de Zayas y Ballesteros, aguantaron el choque frontal de dos cuerpos franceses, dando así tiempo a las demás tropas a reorganizarse.
En la aldea de La Albuera dos batallones ligeros de la Legión Alemana del Rey, bajo el mando de von Alten, aguantaron la primera embestida de las fuerzas francesas y protegieron la aldea contra los continuos ataques de la Brigada Godinot.
Los primeros lanceros de la Legión Polaca Vístula, con los segundos húsares franceses,
recibieron órdenes del general Latour-Maubourg para apoyar la columna de Girard, muy presionada al atacar la Brigada Colborne. Aunque disponía de menos de 900 efectivos, demostraron cuán devastador puede ser un ataque de caballería, especialmente por tropas armadas con lanzas, contra una infantería que no estaba formada en cuadro. Salvo uno de los batallones de la brigada británica, todos los demás fueron diezmados en cuestión de minutos.
El avance de la 4ª División Británica contra los repetidos ataques de la caballería francesa lo cubrió el 1º Batallón de la Leal Legión Lusitana y los regimientos de línea nº 11 y 23 de la brigada portuguesa Harvey, que por primera vez se veían envueltos en una gran operación.