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British Cemetery Elvas

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Batalla del Almaraz 19 Mayo 1812

Al acabar el mes de abril, el duque de Wellington había reconquistado con éxito las dos fortalezas estratégicas de la frontera, Badajoz y Ciudad Rodrigo, controlando las dos principales vías de comunicación entre Portugal y España. Wellington estaba listo para avanzar hacia el interior de España al frente del mayor ejército que había dirigido hasta entonces, lo bastante fuerte como para oponerse a cualquiera de los ejércitos franceses. La amenaza residía en dos ejércitos franceses estacionados en España: el de Portugal, bajo el mando de Marmont, en la región de Salamanca, y el del Sur, bajo el mando de Soult, en Andalucía. El río Tajo les separaba.

Los únicos puentes que cruzaban el Tajo se encontraban en Toledo, Talavera, Puente del Arzobispo, Almaraz y Alcántara. En esta última localidad el puente había sido destruido por los portugueses, bajo el mando del Coronel Mayne, el 14 de mayo de 1809, para impedir el paso de las fuerzas francesas. En Toledo, Talavera y Puente del Arzobispo los franceses controlaban el paso del río. Pero, como escribió Napier, la margen izquierda del Tajo en Talavera y Puente del Arzobispo estaba “tan próxima de las faldas accidentadas de la Sierra de Guadalupe, que podría considerarse intransitable para un ejército”. Cualquier columna de artillería y de equipaje pesado moviéndose entre los dos ejércitos  forzosamente debería cruzar el Tajo en Toledo o en Almaraz.

La Batalla del Almaraz 1812

Despliegue de los regimientos. Nota: 4 batallones portugueses de los regimientos de línea 6 y 18 no están representados en la columna central

Este puente, construido por el Emperador Carlos I en el siglo XVI, y conocido por la población local como Puente de Albalat, había sido parcialmente destruido por los españoles el 14 de mayo de 1809 para impedir su uso por los franceses, igual que el atrás mencionado puente de Alcántara. Los franceses construyeron en el otoño de 1809 con pesados pontones un puente flotante de casi 200 m de longitud al oeste del puente de Albalat. El tramo central era un barco ligero que, por seguridad, se retiraba al caer la noche.

Se destacó una pequeña fuerza bajo el mando del General Rowland Hill para atacar este puente flotante sobre el Tajo. La integraban cerca de 6.000 hombres con nueve cañones, prácticamente la misma que había sorprendido a Girard en Arroyomolinos en 1811. La misión de Hill no era fácil, pues el puente flotante estaba protegido en ambas márgenes por robustas fortificaciones de campaña.

El extremo sur del dispositivo francés estaba protegido por una cabeza de puente dominada por el llamado Fuerte Napoleón. Con capacidad para 450 hombres, estaba situado en lo alto de una colina accesible apenas por un empinado terraplén. No era, sin embargo, una escalada difícil para las fuerzas atacantes de infantería. Facilitaban la entrada al fuerte dos grandes escarpas, parecidas a escalones, que conducían a las murallas del fuerte. La parte trasera del mismo descendía hasta la cabeza de puente y estaba protegida por una valla con empalizadas y una torre con orificios circulares que funcionaban como último lugar de refugio, caso llegaran a ocuparlo los hombres de Hill.

En el extremo norte estaba el Fuerte Ragusa, almacén de todos los víveres y municiones de la guarnición. De forma pentagonal, tenía también una torre de ocho metros de altura con orificios circulares, último reducto defensivo, y un glacis con diversos obstáculos para frenar el avance de los asaltantes. 

Los franceses habían reforzado aún más la defensa del puente protegiendo la carretera principal de Trujillo en un punto situado diez km al sur. En el puerto de la sierra de Miravete controlaban el paso apoyándose en un castillo, alrededor del cual habían construido una muralla de cuatro metros de altura protegiendo una batería de ocho cañones. Garantizaban la unión de estas alturas con la carretera los fuertes Colbert y Senarmont. Por aquella sierra no podía pasar ningún vehículo de ruedas sin permiso francés. La única alternativa, el desfiladero de La Cueva, quedaba tres km. al este de Miravete. Por el camino al otro lado de las montañas podían pasar los carros, pero a partir del desfiladero el camino se convertía en una vereda.

El plano de Hill consistía en dividir sus fuerzas en tres columnas. La primera, al Oeste, bajo el mando del General Chowne, estaba integrada por batallones de los Regimientos nº 28 y 34 y el batallón de Cazadores nº 6 portugués. Su misión era asaltar el castillo de Miravete. La segunda columna, central, constituida por los cuatro batallones de los Regimientos de Infantería de línea nº 6 y nº 18 portugueses, con toda la artillería, debía avanzar a lo largo de la carretera con el objetivo de atacar las obras defensivas del puerto de Miravete. La tercera columna, al Este, bajo el mando del propio Hill, integrada por la brigada Howard que agrupaba los batallones de los regimientos nº 50, nº 71 y 92 y una compañía del 5/60, debería ascender por el camino que pasaba por el desfiladero de La Cueva y aproximarse hasta Almaraz  a pie. Las tres columnas iniciaron su movimiento al anochecer del 16 de mayo, pero al día siguiente estaban aún lejos de sus objetivos debido a la naturaleza accidentada del terreno.

Señal en el Puente de Almaraz

Hill tenía claro que había muy pocas hipótesis de sorprender a la guarnición francesa que defendía el puente. Por tanto, intentó atravesar las montañas con artillería. La guarnición francesa no había detectado aún los movimientos de las fuerzas aliadas. Hill se convenció de que podría tener éxito atacando el Fuerte Napoleón y el puente usando tan solo la infantería.

En la noche del 18 de mayo la brigada de Howard, reforzada por los Cazadores portugueses, traspuso el desfiladero de La Cueva. Durante la madrugada del 19 de mayo las primeras fuerzas de Hill habían llegado a solo 800 metros del Fuerte Napoleón. Con la luz de la mañana se detectó el paso de las siguientes columnas por la sierra. Se avisó a la guarnición del Fuerte Napoleón, bajo el mando del Mayor Aubert, y los dos barcos del tramo central del puente flotante fueron retirados.

El asalto al puente había comenzado ya en la madrugada del 19 de mayo cuando los cañones de artillería del general Chowne abrieron fuego contra el castillo de Miravete, seis km. al sur del río. Los defensores, avisados de la posible presencia de las tropas de Hill, estaban en alerta ante un eventual ataque. Aún así fueron sorprendidos cuando el nº 50 y parte del 71 salieron de sus posiciones cubiertas y avanzaron en dirección al fuerte bajo el fuego cruzado procedente de la guarnición que defendía al Fuerte Napoleón y la que defendía al Fuerte Ragusa. La fuerza de asalto inglesa fue muy castigada en su avance, pero algunos elementos alcanzaron la cima de la colina y colocaron las escaleras de asalto contra la escarpa. Los que estaban en cabeza subieron el primero de los dos escalones y apoyaron sus escaleras en la vertical del muro. Los infantes treparon por ellas hasta alcanzar el adarve y en él se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los defensores franceses.

El primero en subir por las escaleras fue el capitán Candler, del nº 50, que saltó sobre el parapeto y fue alcanzado de inmediato por varias balas de mosquete francesas. Sus hombres lo siguieron y los franceses comenzaron a replegarse a la cabeza de puente. El Comandante Aubert se negó a retirarse y luchó con el mayor coraje. Rechazó incluso una propuesta de rendición. Acabó ensartado por la bayoneta de un sargento del nº 50. Las tropas francesas intentaron protegerse dentro de la torre, pero acabaron por rendirse. Los cañones del Fuerte Ragusa, al norte del río, no acertaban a disparar, con miedo de alcanzar a sus propios hombres, que huían en dirección al río.

La guarnición de la cabeza del puente se retiró también a través del puente flotante. Los cañones del Fuerte Ragusa hicieron aún algunos disparos contra los asaltantes del Fuerte Napoleón. Hasta que los cañones capturados por Hill empezaron a responderle. El asalto había durado apenas cuarenta minutos. Cuatro granaderos del nº 92 nadaron hasta la margen norte del río y trajeron algunos barcos para reparar el puente flotante. El resto de las fuerzas de Hill se aproximó al río y confirmó el abandono de las fortificaciones en ambas márgenes por parte de los franceses. Hill ordenó volar esas fortificaciones y quemar el puente.

El castillo de Miravete permaneció en manos francesas, toda vez que William Erskine esparció el rumor de que el ejército de Soult al completo se estaba aproximando por el Sur. Hill, que pretendía demoler el castillo, acabó por retirarse precipitadamente hacia Trujillo, desperdiciando así la posibilidad de obtener una victoria total. El asalto al puente de Almaraz provocó 33 muertos y 148 heridos en las fuerzas británicas. El que más bajas sufrió fue el nº 50: 28 muertos y 110 heridos. Las bajas francesas se estimaron en 400, incluyendo en ellas 259 prisioneros.

Al año siguiente, en 1813, el duque de Wellington envió al teniente-coronel Henry Sturgeon, del Royal Staff Corps, para preparar el paso del Tajo en el punto de Almaraz. Se construyó un puente colgante, parecido al que había sido construido en Alcántara. El puente actual fue construido entre 1841 y 1845.

El asalto al puente de Almaraz y a los fuertes que lo defendían permitió mantener separados a los ejércitos franceses, haciendo posible la señalada victoria de la Batalla de Salamanca en julio de 1812.